Un retrato es una representación artística de una persona en la que por lo general se destaca su rostro.
Busca transmitir la semejanza, personalidad e incluso el estado de ánimo del modelo, en algunos casos con el ánimo de perpetuar su recuerdo.
Dentro de las Artes Visuales un retrato puede realizarse a través del dibujo, la pintura, la escultura, el grabado, o la fotografía.
La vida son etapas y a medida que pasamos por ellas cambiamos nuestra forma, nuestra manera de sentir y nuestra personalidad, registros efímeros que sobreviven sólo en nuestra memoria pero que pueden hacerse tangibles en un retrato a carboncillo.
Ejecutado con sensibilidad y maestría, un retrato a carboncillo puede puede sobrevivr en el tiempo y hablar sobre nosotros como un registro muy personal de nuestras vidas. Su valor no se limita al disfrute de quien lo encarga o es retratado si no que pasa de padres a hijos como un legado preciado e invalorable para las nuevas generaciones.
En épocas pasadas, quienes tenían la posibilidad de encargar un retrato a menudo lo hacían una sola vez en la vida. Se esperaba mucho de un encargo tan preciado y por ello se ponía gran esmero en la elección del artista. Decididamente hay cosas que nunca deberían cambiar.
Hoy en día, cuando prácticamente todos podemos permitirnos el lujo de encargar un retrato, deberíamos considerar este asunto con la misma delicadeza.
Permíteme compartir contigo mi apreciación personal sobre los 2 tipos de artistas de retrato entre los que deberías elegir:
1. Los artistas que basan su trabajo en su estilo personal. Técnicamente estos artistas tienen más libertad al hacer sus retratos. No necesitan dominar el dibujo por que lo importante en su trabajo no es el parecido ni la representación fisionómica del individuo sino su estilo artístico y técnica personal. Más que buscar el parecido tienden a expresar emociones o apreciaciones personales sobre su modelo.
2. Los artistas cuya obra se basa en el rigor del dibujo académico. Crean retratos realistas en los que se pueden identificar plenamente a su modelo. Describen objetivamente el parecido y la fisionomía de su modelo, mientras surge la expresión única de su personalidad.
Los retratos suelen acertar en el parecido y son capaces de narrar historias verosímiles. Personalmente me considero de esta clase de artistas.